¿Estás frenando el potencial de tu equipo sin saberlo? Descubre cómo cambiarlo.

En mi experiencia de casi dos décadas trabajando con líderes, gerentes y equipos de alto desempeño, he observado un patrón común: cuando las decisiones, directrices y soluciones provienen únicamente de la alta gerencia, los equipos enfrentan grandes desafíos que frenan su verdadero potencial.

 Y no es que la alta gerencia no tenga buenas intenciones; el problema radica en que este enfoque centralizado genera dos efectos negativos que tienen un impacto profundo en la cultura organizacional:

 1️⃣ Se limita la autonomía necesaria para innovar y adaptarse al cambio. En el mundo laboral actual, los cambios son rápidos y constantes, y los equipos necesitan flexibilidad para adaptarse. Cuando no tienen la posibilidad de tomar decisiones, se pierde una oportunidad valiosa para que desarrollen su capacidad de innovar y resolver problemas por sí mismos.

 2️⃣ Se crea una cultura de dependencia. Cuando las personas están condicionadas a esperar que “alguien más” (un jefe o líder) tenga la última palabra, se fomenta la pasividad. Esto no solo enlentece los procesos, sino que afecta la motivación, porque el personal siente que sus ideas y capacidades no son valoradas ni necesarias para avanzar.

 En resumen: este modelo puede estar frenando la agilidad, el compromiso y el sentido de pertenencia en tu equipo.

 ¿Cómo romper este círculo?

 La solución es simple pero poderosa: involucrar a las personas en la búsqueda y ejecución de las soluciones.

 Cuando un miembro del equipo presenta un problema, el enfoque tradicional es recibir la queja y asumir la responsabilidad de buscar una respuesta. Pero, ¿qué pasaría si, en lugar de eso, invitamos a esa persona a formar parte activa del proceso de solución?

 Por ejemplo, ante una queja o problema, puedes hacer preguntas como:

 ¿Qué crees que podríamos hacer para resolver esto? ¿Qué acciones sugerirías que podamos implementar juntos? ¿Cómo podrías contribuir a resolver esta situación? Este cambio de enfoque no solo redistribuye responsabilidades, sino que también transforma la dinámica del equipo.

 Los beneficios de involucrar a las personas en las soluciones.

Cuando implementas esta práctica, ocurren al menos tres cosas positivas en tu organización:

 Fomenta la cooperación. Al invitar a los colaboradores a participar en la solución de problemas, se fortalecen los lazos de trabajo en equipo. La gente comienza a ver los problemas no como una responsabilidad exclusiva del líder, sino como una oportunidad para colaborar y mejorar juntos.

 Genera emociones positivas. Tanto la persona que ayuda a solucionar el problema como quien recibe el apoyo experimentan una sensación de logro y conexión. Esto impacta directamente en el clima laboral, creando un ambiente más humano y motivador.

 Reduce la carga de trabajo en los líderes. Cuando los colaboradores comienzan a asumir un rol más activo en las soluciones, no solo aumenta su confianza, sino que también se distribuyen las responsabilidades de manera más equilibrada. Esto te permite concentrarte en tareas de mayor impacto estratégico.

 Por si fuera poco, este enfoque tiene un beneficio adicional: ayuda a transformar la percepción del líder.

  Pasas de ser visto como un «centro de quejas» o un «controlador de problemas» a convertirte en un gestor de soluciones, alguien que capacita, inspira y guía al equipo hacia la autonomía.

 Un problema común: la competencia desleal entre compañeros.

A menudo, los problemas en el equipo no son evidentes. Un ejemplo clásico es la competencia desleal entre compañeros, que puede manifestarse de las siguientes maneras:

 No compartir información o conocimientos.

  • Reaccionar negativamente cuando otros ingresan a su «territorio» laboral.
  • Informar de los errores de otros sin involucrarse en la solución.
  • Hacer el mínimo necesario para cumplir con sus tareas y no más.

Aunque estas actitudes no siempre son fáciles de detectar, tienen un impacto destructivo en la colaboración, el compromiso y los resultados del equipo.

 ¿Cómo enfrentar esta situación? Nuevamente, la clave está en involucrar a las personas. 

 Si un miembro del equipo presenta una queja sobre el comportamiento de un compañero, haz preguntas como:

 ¿Has hablado con esta persona directamente sobre el tema? ¿Qué propones para solucionar este conflicto? ¿Qué rol puedes desempeñar para mejorar esta situación? Este enfoque no solo ayuda a resolver conflictos, sino que también refuerza la idea de que todos somos responsables del éxito colectivo.

 La técnica clave: involucrar en las soluciones.

Recuerda que cada vez que implicas a las personas en la solución de un problema, estás promoviendo:

 Una cultura de colaboración basada en la confianza mutua.

  • Un ambiente de aprendizaje continuo, donde los errores no se penalizan, sino que se ven como oportunidades de mejora.
  • Un sentido de propiedad y compromiso en cada miembro del equipo.

Y aquí está lo mejor: esta práctica no requiere de presupuestos adicionales ni herramientas sofisticadas. 

 Liderar con el ejemplo.

 Por último, recuerda que como líder, tus acciones son el mensaje más poderoso. Cuando tú mismo demuestras cómo involucrar a las personas en las soluciones, estás enviando un mensaje claro: este es un equipo donde todos tienen un papel importante que desempeñar y donde juntos podemos lograr más.

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